lunes, 24 de junio de 2013

¿Qué has hecho tú?

El rey en su avaricia, había apresado y encarcelado a Hárayat Isa, a quien todo el pueblo veneraba y reverenciaba como a un hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo no pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. Él sabía que el pueblo veneraba al santo, y pagaría.

Pagaron mucho, en efectivo, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado. Una viejecita de un pueblo lejano se enteró también de lo que sucedía y quiso contribuir con su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran cinco madejas recién hiladas. Las tomó y se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate.

La gente, al verla pasar, se contaban unos a otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. ¿Qué valían cinco madejas de hilo en un rescate de millones? Algunos, incluso de lo decían a la cara y la disuadían de su empeño.

Pero ella seguía su camino y contestaba: "No sé si pondrán el libertad a Hárayat Saheb o no. Lo único que pretendo es que cuando Dios en su juicio me pregunte qué hice yo cuando Hárayat Saheb estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada". Y presentó su ofrenda.

-Carlos G. Vallés-

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