Hay allí una persona que puede ser para tí. Y si no está por allí, no la puedes inventar.
Sí puedes acompañar, en tu vida, la voluntad de vivir bien. De merecer, si aparece, a tu prometida.
Que haya en efecto alguien para ella, que tampoco lo podrá inventar si tú no estás, o si tu alma está perdida.
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