La verdadera independencia
Yo hasta hace poco tuve dos abuelos, y me sentaba a sus pies a hacernos compañía. No pocas veces dejaba chicas en casa esperándome, como para ejemplificar mi férrea voluntad. Siquiera eran abuelos iguales, pues mientras que uno agradecía por toda cosa a sus empleadas, el otro daba órdenes. Me sentaba a los pies de ambos como si fueran iguales, cada vez.
Tuve también varias cuñadas, varias madres, y siempre fui muy respetuoso. Guardé secretos, dí amor, casi sin diferencias. Pues la verdadera independencia es justamente esa: que no se note que no todos son amables. Amar un@, como si fueran de algún modo todos iguales. Disimular las diferencias, tolerar; cubrir todo con un mismo y puro manto de Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.